El dolor de la espera

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Aunque no se el momento exacto, calculo que hace unos tres años pienso en ser madre. Seguramente la relación con el hijo de mi pareja me despertó el dichoso reloj biológico. Y lo que al principio fue una emocionante espera se convirtió en la auto-tortura más dolorosa que he sufrido en mi vida.

Uno de los primeros recuerdos que tengo es esperando el ascensor de mi oficina, me sentía especial, como cuando siendo una niña iba al cole con unos zapatos nuevos, algo diferente había en mi aunque nadie se diera cuenta (como cuando una acaba de depilarse, aunque lleves pantalón, te sientes súper sexy!). En fin, yo sabía que en algún momento llegaría mi bebé, y seria pronto. Que emocionante…

Y pasaron las semanas, los meses… me resfriaba y no tomaba aspirina por si esta vez si me había quedado embarazada. Me mareaba un día y me convencía que ese mes si, luego llegaba el día fatal. Y vuelta a empezar. Y cada mes vivía psicológicamente un embarazo y un aborto, y otra vez, y otra vez, ….

Después de unos meses empezó el calendario, el control total del proceso, el máster en anatomía y ginecología, me lo aprendí todo, las hormonas, días de oculación, la temperatura, todo. Pero seguramente eso lo empeoró porque poco a poco todo era dar vueltas al mismo tema, casi una obsesión… o una obsesión.

Por supuesto en ese tiempo todas las personas que conozco en edad «de merecer» quedaron embarazadas, y dolía. Dolía todo, mi hijastro crecía y los planes de hermanos cercanos se iban volviendo imposibles. Su madre se quedó embarazada! dolía. Nadie tenía la culpa pero una se sentía dolida con todo. Leí por ahí que el dolor psicológico puede ser similar al de un paciente de cáncer, no lo se, por suerte no puedo compararlo, pero duele de verdad, físicamente. Me volví triste y me alejé de mis amistades, de todos.

Luego decidimos actuar, fuimos al médico, nos hicimos las pruebas. El análisis de sangre por mi parte, todo bien, la eco bien. La horrible salpingografía, nombre chungo pero inolvidable porque lo pasé fatal! te ponen un líquido para que la máquina pueda ver si tienes las trompas obstruidas. Dos días sin poder moverme de dolor (y no soy de quejarme fácil), pero el resultado bien. El seminograma, si vale, él tiene un hijo pero el médico dijo que puede pasar, y que va, todo perfecto, más que perfecto por encima de la media! Entonces, doctor, que nos pasa!!!!????

Nada, el doctor dijo que a veces pasa. La gente de alrededor decía: -será que te has obsesionado, no pienses más en ello… que no piense en ello? me llevo a tu hijo y no pienses tu más en él? me acercaba a los 35, la cosa se iría poniendo más difícil, y los procesos de inseminación artificial eran caros, y estábamos en peleas judiciales por la custodia compartida así que no era el momento. Y me hundí.

Me quedé en el estado «off» durante meses, no podía reaccionar, ni trabajar, ni ser yo.

Para mi suerte tengo el marido que tengo y su hijo que son mi lotería particular. Me lo han aguantado todo, me han animado siempre (bueno el peque no lo sabe, pero lo hace). Mi marido ha empezado a desearlo más recientemente así que en este tema él estaba más fuerte que yo y si no es por él probablemente ni tan solo seríamos pareja.

Se dice que el tiempo todo lo cura, no lo se, por lo menos a mi me ha enseñado a convivir con la lucha, intentar ganar la impotencia con tozudería y persistencia, y a intentar dominar las recaídas con más fortaleza. Como pareja nos ha reforzado,  y ahora con serenidad e ilusión planificamos y avanzamos para formar nuestra familia.

Se que aún no se ha acabado porque la inseminación artificial puede fallar, una y otra vez, o la FIV después, incluso que el embarazo no vaya adelante una vez logremos quedarnos, así que nos espera mucha guerra, claro está.

Es este sufrimiento el que me animó a escribir este blog, si alguien sufre como yo puede que le ayude leer estas líneas. Seguro que a mi almenos me ayuda contarlo. No te cortes en contar si tu también pasas por algo así, nos ayudará a las dos!

 

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